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Cuéntame un cuento


Edit Sliacka, illustration & artwork 

Me pide mi sobrina acostumbrada a este ritual con su amada madre… jodeerrrr… olvidé echar sus cuentos en los dos baúles de sus cosas imprescindibles que preparé con mi amada hermana, la tal amada madre, cuando solícita me ofrecí a cuidarla para regalarle una noche de sueño.
¿Dónde está Mary Poppins cuándo se la necesita? o ¿supernanny?… ¡ay, no! a mí esta mujer me da un poco de miedo.
Yo, que siempre seré novata en temas infantiles pero que no puedo negarle nada a esa carita, ¡con esos ojos!

- ¡Vamos Moski!… me animo, solo tengo que recordar aquellos cuentos de siempre y de hoy. ¿Qué puede salir mal? Vamos allá.-

One upon a time… - Sal de ahí Moski que tú no eres de colegio bilingüe - … Érase una vez…- mejor, mejor - … en un reino muy lejano había una princesa rubia, de piel blanca y ojos claros que encontró un príncipe azul alto, de porte galante y se casaron. ¡Fiesta aquel día en todo el reino!

Vinieron ilustres invitados de reinos aún más lejanos: princesas y sus príncipes, reyes y sus reinas… - Mi sobrina sonríe, voy bien y me vengo arriba -… un tal pequeño Nicolás, que no sé quién es pero quédate con ese nombre, y gobernantes pomposos con sus gobernados, que se quedaron en la puerta porque no había manjar para tantos.

¡Cuánta alegría, qué júbilo entre el pueblo!, que el anterior príncipe nos salió un poco feo.

Pasaron los años y vieron felices en su palacio, que remodelaron para su real descanso, con tostador, sandwichera y hasta parabólica. Pero un día el príncipe se destiñó y apareció su verdadero color… ¡no es azul como el cielo!, nos dijeron, ¡es rojo!, si querida, como los chorizos. Y se descubrió que había estado robando a las arcas del reino y llevándose el oro a otros reinos, también más lejanos.

Mientras, la princesa se ocupaba de las cosas importantes de princesa… buscar el guisante que le molestaba bajo sus colchones de fina pluma.
¿Qué iba a saber yo de las cosas de mi príncipe?, se lamentaba. Yo que soy princesa, que me educaron en los mejores sitios, me pagaron una carrera y financiaron mis viajes para que me convirtiera en una gran dama, ahora resulta que soy una tontalaba que no sé qué firmo o qué dinero me gasto.

- Nota a recordar: tengo que darle la chapa a mis padres que se empeñaron en pagarme una carrera con la tontuna idea de que me valga por mí misma. Ay, queridos cuán equivocados estabais. ¡Moski, vuelve! -

Y el pueblo entristeció. Sólo los niños cantaban alegres en sus juegos infantiles “me imputo, me desimputo, me vuelvo a imputar, que los imputaditos no saben bailar, la, la, la, la”. Angelitos.

Para entonces mi sobrina asida a la sábana me mira estupefacta y me viene a la mente la cara de la supernanny poniéndome puntos rojos en una inmensa cartulina, ay qué miedo.

- Reconduce esto, Moski. Una fiesta eso no falla -

Pero el papá-rey tenía una gran sorpresa: “Ha llegado la hora de que mi hijo, el príncipe, se ocupe de las cosas del reino. Que yo me retiro, pero no preocuparse, que no me voy”.
Ohhhhh, dijeron unos.
Bieen, dijeron otros.
¿Y por qué no lo decidimos nosotros?, apuntaron aquellos. Por qué no os calláis de una puta vez, le respondieron.

En fin, pues otra fiesta en el reino para coronar al príncipe, este sí, azul de sangre. Un poquito más sobria que con lo que había robado el cuñao poco quedaba.

Total que el pueblo otra vez a la calle para celebrarlo. Y otra vez vinieron gentes de elegantes ropajes y otra vez estaba el pequeño Nicolás. – Este tío sabe algo, fijo -

Que sea tan campechano como papá-rey, decían los súbditos, pero que no le guste matar elefantes… ¡No, no, no llores! ¡Qué Dumbo sigue vivo!

- Joderrr, a estas alturas Mary Poppins se liaría a paragüazos con la menda. -

Y empezaron a ir las cosas bien. Pusieron pulseras a los banqueros de esas de “está todo pagado” igual que aquella vez cuando mamá y papá te llevaron de vacaciones. Le quitaron al pueblo el dinero para recuperar lo que habían robado. Nos enteramos que en realidad nuestro mandamás no era más que un holograma y que en realidad mandaba la bruja del norte. Pusimos alambradas para que nadie entrara en el reino, pero no las electrificamos que al precio que está la luz es más barata la sangre de quién lo intenta.
Y esperamos ser felices y comer perdices. Si nos queda alguna que como quitamos árboles para plantar urbanizaciones pronto hasta las cucarachas serán especie protegida.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Buen final, Moski, recurriendo a los clásicos que no fallan.


NOTA AL LECTOR:
  Esa noche no pegamos ojo, ni mi sobrina ni yo.
Mi hermana dice que no volverá a dejarme a mi sobrina hasta que no cumpla la mayoría de edad. Pero ¿que quería? ¿Qué le contase el cuento de la cenicienta?... ¡una plebeya que se casa con un príncipe!… ¿quién se cree eso?
Para resarcirme estoy ensayando “Loco por incordiar” estilo nana. Bien Moski, vas bien.

5 huellas:

  1. NOTA AL AUTOR:

    ¿Quién se cree eso? Pues una servidora, la que no desfallece y dogmatizo el ilusionismo del AMOR... ¡Malditos realistas! ¡Genocidio os daba a todos!

    ¿Su persona custodiando una noche entera a su sobrina? Sí ya... y en su próxima entrada qué nos va a narrar, ¿cómo conoció a su amado Bruce en una clase de zumba?

    Proclamo mi plena admiración al pequeño Nicolás y desde ahora renuncio a mi búsqueda del macho alfa para abordar el hallazgo de similar ejemplar aunque para ello deba convertirme en la nueva Pechotes.

    Le sugiero que para su próximo cuentacuentos, indague en la reminiscencia de su infancia donde quizá evoque los cuentos grabados en una cita por su abuela... que por lo que he escuchado eso sí eran cuentos, ¡y qué cuentos!

    Dejole con esos ensayos cánticos suyos, lo que esperanzo no tener oír.
    La catilinaria

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    1. Será la edad mi querida Catilinaria la que ha teñido de realismo esta estancia. ¡Digo yo!
      O tal vez que en mi remota infancia no nos bombardeaban con las princesas de Disney, bien, bien, su bella y su bestia, su Blancanieves rosada, etc. A cambio teníamos muñecas de plástico duro que te raspaban las manos y al poco se quedaban con un párpado bajado que no había manera de volverlo a su origen, pollitos de colores que duraban una hora y a dos torturándonos con un tal cocoguagua.

      ¿No endurece esto, no hace callo? Pues mucho te digo, tanto que asombrada asisto cuando veo a gente emocionarse con el final de Dirty dancing después de verla 300 veces por lo menos.

      Lo sé, nadie con sano juicio me dejaría la custodia de mi sobrina por eso, por imposible, lo dejo a mi imaginario y también la noche de zumba con mi amado Bruce. ¿No era así verdad? Ay, el inconsciente traicionero.

      Te he hecho caso y tras indagar en la reminiscencia de mi infancia me viene el machaqueo que soporté durante años con una cancioncita de un compañero, una carta y una trinchera….para mi próxima entrada, no te digo más.

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  2. ¡Vaya ataque más gratuito, querida!

    Pues déjeme refrescarle la memoria que la tal manida cancioncita no hace mucho ha sido versionada por un célebre grupo nacional… lo que yo le diga, una visionaria.

    Y de Disney nada de nada. Nunca han suscitado mi más mínimo interés.

    Concluyendo, muy lejos de emocionarme con el final de Dirty Dancing, le acentúo que me cautiva toda su trama en la que me creo ella y discúlpeme por dejarme seducir por películas de las de antes.

    Confío que su último párrafo no comporte una amenaza… Que aquí la que goza de una excepcional memoria es la que suscribe, así que hágame el favor de no provocar que al final la vamos a tener…

    He dicho.
    La catilinaria

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  3. Uy. Nada más lejos de mi intención de atacarte.

    ¿Célebre grupo musical? No me digas más, el Payo Juan Manuel… a no, este es cantautor. Dejémoslo aquí que es mejor.

    No tengo yo nada en contra de las películas de las de antes, con esas tramas tan creíbles y que cualquiera se identifica con su protagonista. Pero yo soy más de los secundarios, fíjate que me veo más como la hermana tonta… ¡no entres ahí!, que lo digo por las dotes cantarinas y bailongas de las que carecía la mencionada y comparto.

    Concluyendo, no abras el cajón de la mierda que no había provocación.
    Y para resarcirme y compensarte te deseo que encuentres un Juanito, por españolizar el nombre del protagonista si no recuerdo mal, capaz de alzarte en un apasionado baile emulando el final y te cante a grito pelao aquello de “I´ve haaad theee timeeee of myyyy liiiiifeeeee……” (Lo sé, canto fatal)

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    1. Abandone ipso facto esta táctica sutil de delatar mis más íntimos gustos, no mente en vano al Payo Juan Manuel, grande donde los haya, y tendremos la fiesta en paz...

      Ojalá Dios atienda a esos deseos, pero más que un bailoteo y cante a grito pelao prefiero que me busque y me diga aquello de "no dejaré que nadie te arrincone baby". ¡Ains! Igual la fortuna me sonría hoy que es viernes, y no cualquier viernes, no no, que hoy es black friday.

      No le digo más...
      La catilinaria

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