Conexión Moski
Vaya un mes raro que he pasado. Decidí no mosquearme por los resultados de las últimas elecciones, opté por adaptarme y tomarme las cosas según vengan. Y así he estado este mes, en lucha contra mi naturaleza, para cuidar mi lenguaje, ideas y comportamiento ajustándolos al color predominante.
En Madrid gana las elecciones Esperanza Aguirre. De Madrid al cielo dicen... pero antes pasaremos por el infierno… no, Moski, no, por ahí no.
Nota mental: recordarle a la gente que cuando la Espe dice que es liberal no quiere decir que sea una señora que salga hasta las tantas y que se acueste con distintos señores cada noche. Otra vez, no Moski, que noooo. Adáptate. Toca ser liberal. Pues ea, ahí voy.
Esperando mí turno en la caja del supermercado donde voy habitualmente, la señora de delante exclama alarmada por el precio de la sandía. Tengo que intervenir. Señora no se queje, que España va bien. Normal el precio de la sandía si nos van a subir los salarios hasta un 1%. Peor están los griegos, ahora que ellos se lo han buscado, panda de irresponsables. Menos mal que España no es Grecia y no nos han tenido que rescatar. ¡Si es que lo queremos todo gratis!, que si la educación, la sanidad también… pero esto qué es ¿una república bolivariana?
La señora se apresura en pagar y ni recoge el ticket. Abono mi compra y me despido de la cajera como habitualmente hago: qué tengas un buen día. Me responde como siempre: tú también chula. No me convence su despedida, ¿de dónde sacará que yo soy una chula?
A pesar de ser la lista más votada, la Espe puede que no llegue a ser alcaldesa. ¡Qué injusticia más grande! Si es que tendríamos que darle una vuelta a esto de la democracia. Ni decir tiene que no se acuerdan cuando el PP hizo lo mismo y pactó con el PSOE para poner a Patxi López de Lehendakari.
La autoproclamada mesías del liberalismo propone una alianza para evitar la llegada de los rojos al poder. Ay madre, ¡que vienen los rojos! Que van a crear soviet, a acabar con la separación de poderes, el Estado de Bienestar y todas las conquistas sociales por las que tanto ha peleado el PP… mi cabeza no da más de sí.
Ante la posibilidad de otra guerra civil, que parece más que probable por los discursos de nuestro centro-derecha, voy al supermercado para aprovisionarme de víveres. Me inquieta una cosa: si esto lo dice el centro, ¿qué dirá la extrema derecha?
Salgo a la calle. No parece que haya ningún cambio, petada hasta arriba de gente, modernos, hispsters y lumbersexuales, que es lo último de lo último, creo. ¡Incautos, descerebrados, ¿qué hacéis?, que van a venir los rojos a acabar con todos!, me dan ganas de gritarles, pero me contengo porque ahora soy una liberal y como tal intento salvarme a mí misma.
Aprovisiono mi carro de la compra con litros y litros de aceite, todas las latas de atún y mejillones en conserva que hay, cientos de sobres de sopa, todas las bolsas de croquetas “estilo casero”, las otras no, y miles de kilos de azúcar.
Abono mi compra y me despido de la cajera como habitualmente hago: qué tengas un buen día. Me responde como siempre: tú también chula. Sigue sin convencerme su despedida, pero en vez de hacérselo notar le suelto: menos mal que seguimos siendo la reserva espiritual de occidente. Pasa de mí.
Tengo todo lo que necesito y me encierro en mi piso. Pasan los días… odio los mejillones en conserva… pasan más días… las croquetas de caseras no tienen ni el estilo… pasan otros días más… ¿quién coño inventó el aguachirri éste y dijo que era sopa?
No prospera la idea de coalición “tos contra los rojos” de The Godmother del PP madrileño. Mira que dicen que la política hace extraños compañeros de cama, ¿verdad Susana Díaz?, pues parece que esta vez no será así.
Manuela Carmena será la próxima alcaldesa. Pues ea, a adaptarse Moski. Ahora toca ser más roja que Caperucita.
Vuelvo al supermercado, ¡qué trajín!, y me llevo unas sandalias, un pañuelo para el cuello estilo pobre y todas las latas de gasolina, ¡tiene de todo el jodío supermercado!
Abono mi compra y me despido de la cajera como habitualmente hago: qué tengas un buen día. Me responde como siempre: tú también chula. Definitivamente, no me convence su despedida. Mejoro mi despedida: qué tengas un buen día, ¡camarada cajera! Tú también rechula, me responde. No hemos mejorado, pero no le digo nada porque me ha regalado 15 puntos para canjearlos en una compra de unas sartenes con una pinta buenísima.
Ahora solo tengo que esperar la señal para quemar las iglesias, le tengo echado el ojo a una solo espero que ningún otro se me adelante. Pero me asaltan algunas inquietudes: ¿cómo lo vamos a hacer, lo anunciarán en la televisión pública? No, estos son modernos, ¿crearán un grupo de WhatsApp?, ¿qué podrán?, algo así como “quema tu iglesia, pásalo”. Y ¿qué hacemos con los curas?, quemarlos me parece demasiado. No sé, no sé, no lo veo.
Pasan los días… nada de nada. Pasan más días… estoy con Mafalda, odio la sopa. Pasan otros días más… Me siento disgustada, parece que los rojos no son como nos los pintaban. Pasan y más y más días… ¡joder, ola de calor! Mira que son retorcidos estos rojos, achicharrar así a todo un país, prefería lo de las iglesias.
Visto que no pasa nada y que tengo la misma pinta que el Fortu de Obus en la isla ésa, decido bajar a la calle. Lo mismo de siempre, hasta arriba de gente comprando lo último en moda aunque les quede fatal. Decido ir hasta el Ayuntamiento que está muy cerca para ver si ondea una bandera roja más grande que aquella oficial pero descomunal que pusieron en Colón… pues vaya, ahora si que estoy decepcionada, ni rastro de la hoz y el martillo.
Aquí no ha pasado nada de las profecías de Nostradamus-Esperanza, tendré que volver a mi rutina.
Hace unos días al pasar por el Ayuntamiento camino del curro, vuelvo a mirar en busca de la bandera comunista, ni rastro, en su lugar hay una enorme bandera con los colores del arcoíris. Menos mal que se fue la de las peras y manzanas, y por fin el Ayuntamiento parece que se une con una reivindicación de muchos de sus ciudadanos. Cómo son los rojos, siempre en lucha para eliminar desigualdades… ¡habrase visto locura mayor!
Mire, óigame bien, ni mente la maldita ola de calor que en el paradero donde hállome ni apetencia de abandonar este mundo inhumano, despiadado, envilecido… albergo. Si alcanzo a destinarle estas grafemas es debido a valerme del sistema de atemperarse de los macropus rufus, ¡a Dios gracia y su creación sabia!
ResponderEliminarCon respecto al meollo de su documentación, fuera aparte de destacar mi fascinación por su oculta incursión periodística, para exponer mi parecer me asisto de una letrilla memorizada a hurtadillas en mi remota inocencia que compendia lo que vengo a referir:
“Cara al sol, te vas a poner morena
y el novio no te va a querer.
Déjalo que el novio no me quiera
me quiere un requeté.
Y el requeté me compra caramelos
y me lleva al cine cuando quiero.
¡Arriba, Escuadras a vencer,
que en España empieza a amanecer!”
Devolviendo la conexión,
La catilinaria
Querida Catilinaria:
EliminarEspero que sepas disculpar este retraso en mi contestación, a parte de la ola de calor que afecta a la única neurona que tengo, ya de por sí en estado convaleciente, me he venido arriba en mi incursión periodista y ando metida en algo a la altura de Mercedes Milá, por lo menos.
No te asustes que no voy a imitar su ropaje ni tampoco tiene que ver con la enésima edición de ese “gran experimento sociológico”… ay, que me ha dado la risa justo cuando daba una calada al cigarrillo y casi veo la misma muerte.
Déjame que te diga que fascinada y perpleja me dejas, como es tu costumbre, ¡menudo método revolucionario a la par que dificultoso de atemperarte! Intenté llevarlo a la práctica pero he sufrido una luxación que me obliga a caminar encorvada, la edad querida.
De la cancioncilla, ¿qué te puedo decir?... ¡chissst!
Menuda guasa tenía que tener quién te la enseñó.